Se acercan dos fechas especiales en el calendario, el solsticio de verano y la noche de San Juan.
El 21 de junio da comienzo el verano en el hemisferio norte y el invierno en el sur. Y el 23, la noche de San Juan, mágica y poderosa.
Son días en los que el fuego es el gran protagonista. Hacemos hogueras que iluminan la noche, quemamos lo viejo, dejamos espacio para que llegue lo nuevo…
Vivimos a gran velocidad, pasamos el día haciendo mil cosas y muchas veces nos acostamos con la sensación de no haber hecho ni la mitad de lo que teníamos pensado realizar. No siempre resulta fácil encontrar tiempo para poder pensar y sentir, para estar en silencio y en conexión con uno mismo.
Todo cambio externo primero es interno, empieza por uno mismo. Miramos hacia dentro, reflexionamos, sentimos, soñamos, imaginamos, creamos para dar forma a nuestras metas y deseos. En otras palabras, hacemos “una limpieza de armario”. Vaciamos, separamos lo que sirve de lo que no vale, dejando espacio libre para llenarlo con lo que queremos.
Quiero compartir mi propuesta para estos días, una meditación, una reflexión personal, aprovechando la energía de estos días de final de etapa y comienzos, de limpieza y purificación, que va a ayudarnos a poner orden y a hacer una revisión de nuestra vida, de nuestros logros, metas, aprendizajes…
Empezamos
Si todo cambio comienza desde dentro, vamos a impulsarlo y para ello, necesitamos saber dónde estamos, en qué punto nos encontramos en la vida, aquí y ahora.
Busca un lugar en el que te sientas cómodo y puedas estar en silencio contigo mismo.
Piensa en cómo te sientes ahora mismo, a día de hoy.
- ¿qué has aprendido en este tiempo, desde hace un año hasta hoy?
- ¿qué has descubierto sobre ti mismo?
- ¿qué cambiarías?
- ¿qué crees que necesitas en tu vida?
- ¿qué quieres potenciar?
- ¿qué quieres dejar atrás?
- ¿dónde te gustaría estar dentro de un tiempo, una semana, un mes, un año, etc?
Si puedes, ten a mano un boli y papel para anotar aquello que sientas o pienses.
¿Te ha sorprendido lo que has escrito? Valora los esfuerzos, las caídas, los resultados frustrantes, los logros, el impulso, el aprendizaje. Todo ello, eres tú. Eres quién eres gracias a todo lo vivido. Siente el fuego interno que purifica y transmuta.
Mira hacia delante con esperanza, con ganas de seguir aprendiendo y de ser cada día, la mejor versión de ti mismo.
