El alma y las muertes violentas

Voy a responder a una cuestión que preocupa a varias personas, entre ellas a Reyes, a Encarna y a Paquita, y es la siguiente: qué pasa con las personas que han muerto por violencia de género y si volveremos a encontrarnos con ellas cuando muramos.

Ayer me avisaron que había fallecido Reyes. Le prometí escribir esta entrada y aquí está. Feliz viaje, Reyes. Te envío luz y amor. 

Las muertes por violencia de género son muertes violentas, y todas ellas, son muy duras y díficiles de asimilar para la familia, los allegados y para el resto de la sociedad. Son muertes que impactan e invitan a una reflexión profunda sobre qué ocurre en esta sociedad en la que vivimos.

A lo largo de mi experiencia, he contactado con personas que habían muerto en accidente de tráfico, de trabajo, en situaciones violentas, por suicidio. Al contar cómo ha sido su proceso es similar al que se experimenta cuando morimos de muerte natural

Su tránsito suele ser rápido, llegan a la luz fácilmente. Suelen comentar cómo se sienten en su nuevo plano, cómo se encuentran. Las familias quedan destrozadas por su marcha. Quieren que les marquen pautas o les digan que acciones llevar a cabo en caso de que haya un juicio.

Sin embargo, la mayoría de los seres que mueren de manera violenta, no buscan revancha, ni venganza. Perdonan y suelen estar interesados en el bienestar de sus seres queridos, ya que están en un plano de Luz. No quieren que sufran y no suelen hablar mucho de la forma en que murieron. Se centran más en la felicidad de los suyos e intentar explicar cómo se encuentran.

Algunos de ellos, quieren que su muerte tenga sentido, que sea un punto de inflexión para la sociedad, que se reflexione sobre qué ocurre y qué se puede hacer evitar para que haya más muertes similares, etc.

Al morir, la percepción de la realidad cambia, nuestra visión de la vida y de lo que hemos vivido se amplia y logramos entender situaciones que mientras vivíamos sería complicado que lo hiciéramos.

En cuanto a si volveremos a reencontrarnos con ellos una vez que hayamos fallecido, si, volveremos a reencontrarnos con la esencia de quiénes fuimos y somos, no con la personalidad. Nos reconocemos y reconoceremos aunque no tengamos la misma apariencia. Somos energía, luz y amor. Al morir, somos más conscientes de ello. Por este motivo, podemos reencontrarnos con seres que fallecieron hace mucho tiempo, aunque hayan reencarnado, pues la esencia de quienes somos, no cambia nunca y si lo hace, la personalidad y el carácter.

Recuerdo el caso de un hombre que contactó conmigo. Quería saber cómo se encontraba su mujer tras haber muerto repentinamente de un infarto.

Al contactar con esta mujer, me sorprendió mucho la actitud que tenía con respecto al que había sido su marido. Se mostraba huidiza, no quería estar ahí, no quería contestar a las preguntas y cuando lo hacía era esquiva. Algo que en principio no entendía, puesto que se encontraba en la luz. Estaba bien, serena y tranquila.

La mujer me contó entonces que ella había sido maltratada tanto física, emocional y psicológicamente por su marido. Según ella, le había hecho la vida imposible hasta que murió. Y tras su muerte, lo único que quería era pasar página y alejarse de él. No tenían hijos, ni nada que les mantuviera unidos. No le guardaba rencor, solo quería desaparecer de la vida de él.

Le pregunté si quería decirle algo, darle un mensaje a su marido. No había rabia, y si mucha calma y tranquilidad. No quería que le pidiera perdón. Lo único que deseaba decirle era, simplemente adiós, un adiós definitivo. Era un punto y final.  Y me pidió que su muerte, en la medida de lo posible, no quedara en el olvido.

Ya han pasado muchos años de esta comunicación, y es una de las que no se olvidan.

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