Si me preguntas si creo en el destino, te contestaré rápidamente. Sí, creo en el destino. Creo en que antes de nacer, elegimos qué experiencias vamos a vivir, con qué personas vamos a encontrarnos, qué tipo de relaciones, de trabajos, de experiencias vamos a tener.
Y también, creo firmemente en el libre albedrío. En la capacidad de poder elegir libremente qué decisión tomar en cada momento. Puesto que cada uno de nosotros, tiene la llave de su vida.
Al nacer, estamos muy próximos a la fuente, por lo que «somos conscientes» de cuál es nuestra misión de vida. Con el paso del tiempo, esta claridad va desapareciendo, quedando soterrada, olvidada. El trabajo evolutivo, en parte, consiste en recordar cuál es el propósito de nuestra alma en esta vida y en la medida de lo posible, cumplirlo.
Entonces, ¿qué papel juegan el destino y el libre albedrío en nuestra vida?. Aparentemente el destino y el libre albedrío parece que son contrarios y opuestos. Sin embargo, no lo son. Nuestra alma, busca recordar, nos «empuja» para llevar a cabo aquellas tareas que decidimos realizar para seguir avanzando. Propicia que se presenten delante nuestro todas aquellas experiencias y situaciones que nos ayudarán a conseguirlo, en todos los ámbitos de la vida. Ya sea a nivel emocional y sentimental, a nivel laboral, de salud, como existencial, espiritual…
Al no recordar nuestra misión de vida y nuestra tareas evolutivas, somos un lienzo en blanco, y aunque la vida nos lleve por un camino determinado, podemos decidir seguirlo o no. Y aquí está el libre albedrío.
Luego, si venimos a vivir unas experiencias determinadas y decidimos no llevarlas a cabo, entonces, ¿qué sucede?. Sencillamente, que repetiremos curso. O dicho de otra manera, si no vivimos esas experiencias, se irán repitiendo a lo largo de la vida, hasta que las llevemos a cabo. Y si queda alguna sin realizar, quedarán pendientes para la siguiente vida.
Es importante escucharse, muy especialmente a nuestra brújula, es decir a nuestra esencia, a nuestra alma, a nuestro yo. Cuanto más y mejor estemos conectados con nosotros mismos, más fácil será estar atentos a todo aquello que nos quiere comunicar la voz interior; y así, podremos tomar decisiones más acertadas, más beneficiosas.
¿Qué podemos hacer para escucharnos? Lo primero, tomar tiempo para nosotros. Buscaremos las actividades que ayudan a desconectar para conectar con nosotros. Podemos pasear por la naturaleza, ir a un parque, practicar yoga, taichi, leer, meditar, escuchar música, bailar, pintar, etc.
El estrés del día a día, la rapidez con la que vivimos, no siempre facilita el observarnos y mirar hacia dentro. Es importante cuidarnos a todos los niveles. Estar en equilibrio y armonía ayuda a escucharnos, a sentirnos uno con nuestra esencia.
En Spiral Áurea, te acompañamos en este proceso, en este trabajo evolutivo y espiritual, a través de la canalización, de los tratamientos energéticos, de la geometría sagrada, de Reiki, de las visualizaciones guiadas, de las regresiones, etc. Puedes hacerlo tanto en consulta como a través de los distintos cursos y talleres que impartimos.
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