El tiempo, la vida, la muerte y el amor

El tiempo lo cura todo, es una frase que no gusta escuchar, especialmente cuando estamos pasando por procesos dolorosos como puede ser la pérdida de un ser querido, una ruptura, una crisis. 

El tiempo no cura. Somos nosotros los que sanamos, nos damos el espacio, el tiempo para hacerlo.

Algunas heridas, cicatrizarán antes. Otras, dejarán huellas muy profundas que seguirán doliendo en ciertos momentos de la vida, a pesar de estar ya curadas. Estas cicatrices son la presencia palpable de que amamos y fuimos amados, que estuvimos unidos a seres y situaciones que marcaron un antes y un después.

El tiempo es un compañero de viaje fiel y leal. Marca su ritmo de manera incansable y objetiva, siguiendo un mismo compás. Cuando el dolor está presente, el tic tac de la vida, se alarga, parece no tener fin. Cuando somos y estamos felices, se apresura de tal manera que parece desaparecer sin dejar rastro de su paso.

Cuando morimos, el tiempo transcurre de otra forma, es más tranquilo y sosegado. Los sentimientos prevalecen sobre las ideas. En vida podíamos haber sido el seguidor número uno de un equipo de fútbol y, al morir, no darle la mínima importancia. Es algo que sorprende y que cuesta aceptar. Tendemos a pensar que al morir, seguiremos siendo nosotros mismos, con las misma costumbres, pensamientos, sentimientos, miedos, dudas. Si, seguimos siendo la misma alma, pero más ligera de equipaje, de cargas, de preocupaciones y damos importancia a lo que realmente lo es, el amor.

Cuando estamos muy apegados a la tierra, somos más parecidos a cómo éramos cuando estábamos vivos, aunque diferentes, pues sentimos con el corazón y no con la mente. Siendo este proceso de tránsito, un poco más largo. Cuando entendemos que el vivir es sólo una etapa de una vida eterna, que es una escala en un largo viaje infinito, el tránsito, es más fácil.

Y, sí. Tendremos tiempo para reencontrarnos, para volver a recordar que en una, varias o en todas las vidas nos amamos y que compartimos ilusiones y proyectos.

El tiempo marca vidas, etapas, tránsitos. El amor es el enlace que hace posible que volvamos a vernos, a sentirnos; pues el amor cuando es de verdad, permanece inalterable a lo largo de vidas, años, siglos, milenios, eones….

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