Ayer lunes 20 de marzo por la noche, en el hemisferio norte, dejamos atrás el invierno y comenzamos la primavera. En el hemisferio sur, se pasa del verano al otoño.
La energía de la primavera es muy potente, habla de renovación, impulso, resurgimiento, renacimiento, vitalidad.
Venimos del invierno, donde la energía es más lenta, incluso parece que a veces se estanca. Este movimiento más pausado, permite que miremos hacia dentro, que enfoquemos la mirada en nosotros, en nuestros deseos, metas, ideas. De este modo, favorecemos que se asienten, tomen forma y, con la llegada de la primavera se desarrollen y crezcan.
Además, comenzamos un nuevo ciclo lleno de nuevas posibilidades y oportunidades. Para avanzar toca soltar lastre. Es muy posible que estos días te hayas sentido o estés sintiéndote más vulnerable, irascible, incómoda, con altibajos emocionales. Puede que sientas que la vida te está poniendo a prueba y, de repente, te toque lidiar con temas del pasado que creías olvidados o superados.
La vida es como un río, siempre fluye hasta encontrar cómo llegar a su meta. Sin embargo, no lo hace de la misma manera, verás saltos, rápidos, aguas estancadas, pozos, aguas poco profundas y aguas que abrazan al mar para fundirse con él.
Sí, lo mismo nos pasa a todos nosotros. A veces, la vida se hace cuesta arriba; otras, fluye con más alegría; y en ocasiones, se estanca para seguir avanzando más adelante.
Esta nueva energía de la primavera, va a ayudar a que tengamos ese punto de impulso, de valor, de fuerza extra. Es una energía activa, que invita a la acción.
Si tienes un proyecto, una idea, un sueño, un deseo puedes focalizar esta energía para ponerla en marcha y así, darle ese impulso que necesita.
Te invito a que sientas tu fuerza interior, tu valía, tu confianza, tu autoestima.
Y, para tí, ¿cómo es y vives la energía de la primavera?