La misión de vida

Durante ciertas épocas de la vida surgen ciertas preguntas espirituales y evolutivas para las que  a vaces, no encontramos una respuesta sencilla y rápida.

Estas preguntas pueden ser: cuál es el sentido de mi vida, qué he venido a hacer a esta vida, cuál es mi misión de vida… Puede que ya las hayas formulado y obtenido las respuestas que buscabas. Si aún sigues dándole vueltas, espero que puedas encontrar algunas respuestas aquí mismo. Y si nunca te lo has preguntado, tal vez, ha llegado el momento de que lo hagas.

Antes de nacer, cuando solo somos almas sin encarnar, elegimos qué experiencias vamos a vivir, con quién compartiremos nuestra vida, quiénes serán nuestros padres, hermanos, amigos, parejas, hijos, etc. Dejamos «todo atado», incluso el grado de libertad de movimientos, de libertad de elección que tengamos durante los distintos procesos que vivamos a lo largo de nuestra vida.

Y, ¿por qué hacemos todo esto?, ¿por qué programamos la vida con tanto detalle antes de nacer?. Porque necesitamos vivir todas estas experiencias para seguir avanzando como almas, como seres espiritules que somos.

Al nacer, cuando encarnamos, olvidamos casi por completo, las decisiones que acordamos, los pactos a los que llegamos con otras personas. Los acuerdos son contratos temporales, que van a permitirnos no solo aprender aquello que quedó inconcluso en otra vida, sino que también tenemos la posibilidad de repetir y afianzar aquello que consideremos que es bueno o necesario para nuestro avance álmico y espiritual.

Entonces, ¿cuál es la misión de vida? Es única y personal. Cada ser vive la suya propia. Existen seres que eligen vivir una vida dura, llena de obstáculos y de dificultades, donde la posibilidad de aprender o de liberarse del karma es mayor que cuando elegimos vivir una vida tranquila y sin sobresaltos. Otros, en cambio eligen una vida tranquila. También después de una o varias de esas vidas duras, se puede disfrutar de una vida más tranquila o fácil mientras se sigue aprendiendo. Todo es correcto, no es mejor una que otra.

Hay tantas misiones de vida como seres. Unos, vienen a experimentar el amor incondicional; otros, el perdón; algunos, la ayuda a los demás, el cuidar de la tierra, del medio ambiente, …; otros, vienen a experimentar el éxito, el fracaso, el miedo, la injustia, la verdad, el desarraigo, el rechazo, la alegría, la vitalidad, la fuerza, …; otros, vienen a sanar sus propias heridas y las de su linaje familiar… Y todos, venimos a experimentar las emociones y los sentimientos, y de manera especial, el amor en todos sus aspectos..

No siempre resulta fácil conocer cuál es nuestra misión de vida. Podemos meditar, observar, escuchar a nuestro corazón, podemos revisar nuestra vida, y ver cuáles son los patrones que más se repiten, y preguntarnos su por qué.

Además de todo ello, a través de la canalización también podemos conocer cuál es la misión de vida y en qué punto o momentos nos encontramos, qué podemos trabajar para seguir avanzando y cómo evolucionar.

Por medio de la canalización podemos acceder a información que está en el alma, en nuestro yo, en el niño interior, facilitando así, una mayor comprensión de quiénes somos, qué hemos venido a hacer a esta vida y cualés son los recursos con los que contamos para llevar a cabo dicho aprendizaje evolutivo.

Si estás estás interesado en conocer más información sobre tí, sobre los procesos que estás viviendo y tu camino de vida, la canalización te puede sevir de ayuda. Puedes ponerte en contacto con nosotros a través del correo de la página web info@spiralaurea.com.

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